Serenidad:

Como decía Darwin en el Origen de las Especies, “las personas son como son, porque tienen una larga historia evolutiva detrás. De manera que, si queremos conocer la naturaleza humana, tenemos que conocer su historia”.

En este viaje a través de la historia, se ha descubierto que el ser humano tiene dos naturalezas. Una individual, en la que la creatividad y la imaginación son sus señas de identidad; pero que tiene dos correlatos, porque son muy rebeldes y muy conscientes de cuáles son sus intereses. Así que, cuando hacen algo, quieren tener muy claro qué es lo que van a ganar.

Y tienen una segunda dimensión, la social. Están programados por la naturaleza para cooperar y comprometerse con los demás. Sin embargo, para que esto funcione, hace falta crear jerarquía y hace falta que haya altruismo, que sean capaces de renunciar a su propio bien en aras del bien común.

De este modo, las dos características más distintivas de los seres humanos, la creatividad y la cooperación, fueron evolucionando conjuntamente, potenciándose entre sí. El resultado de este proceso ha sido una criatura asombrosa capaz de soñar con realidades inexistentes y también de imaginar cómo hacer que sus sueños se conviertan en realidad. Además, la evolución la ha dotado de la capacidad de mostrar sus sueños a los demás miembros de la especie para que los compartan y se unan a la tarea de realizarlos. Así, solamente hay un primate capaz de volar, la especie humana. Pero, a diferencia de los demás seres voladores, el ser humano no lo hace impulsado por la fuerza de las alas, sino por la fuerza de su voluntad y de su talento. Son las únicas criaturas que vuelan porque se propusieron volar, porque imaginaron como hacerlo, y fueron capaces de llevarlo a cabo.

De vez en cuando es necesario recurrir a los clásicos para encontrar el sentido.

La serenidad es fruto de la sabiduría.


Energía:

Tenemos un potencial increíble y somos los primeros en limitarnos a nosotros mismos y, para descubrirlo, debemos realizar una introspección en nuestro cerebro y conocer un poco más este “pequeño” espacio que hay entre nuestras dos orejas. Es apasionante descubrir todo lo que tenemos en dicho espacio y cómo, su funcionamiento y la forma en que lo entrenemos condicionará nuestro mayor o menor bienestar, y, en definitiva, nuestra felicidad.

El cerebro, que nos hace sentir, pensar, priorizar, decidir, percibir a otros, entre otras cosas, ha sido durante muchos años ignorado, pero, afortunadamente, los últimos avances nos han permitido darnos cuenta del enorme potencial que tenemos y nos queda por descubrir. En función de lo que hagamos con ello condicionará en gran medida nuestra salud tanto física como mental.

El mecanismo por el cual se activa el proceso inicial de cambio se inicia con el “querer”, con el deseo de querer. Si el deseo es intenso, profundo y sostenido en el tiempo, nos lo empezamos a creer y empezamos incluso, de manera inconsciente, a trazar un camino. El Querer es la energía que todo lo mueve, es la energía que permite que las personas se transformen.


Naturalidad:

La comunicación es una de las herramientas más potentes que permite a los seres humanos gestionar sus relaciones. Aristóteles, hace ya muchos siglos, hablaba del arte de la retórica, diciendo que el hombre no es un ser sólo racional, sino que obedece también a las emociones. De este modo, para poder comunicarnos debemos utilizar siempre tres dimensiones diferentes: 

El logos: la capacidad de argumentar adecuadamente mediante la lógica de la razón y de nuestra dialéctica.

El Pathos: La capacidad de transmitir emociones y generar “química” en nuestro interlocutor. 

El Ethos: la capacidad de transmitir confianza y credibilidad a nuestro interlocutor.

Solamente así conseguiremos que la comunicación nos ayude a impactar e influir cuando nos comuniquemos con los demás. Y ser más naturales y auténticos.


Talento:

Según muchos investigadores, tras muchos estudios al respecto, se ha llegado a la conclusión de que el 20% de los éxitos y logros que acumulamos en nuestra vida afectiva, laboral y social se la debemos a nuestras capacidades intelectuales que, por supuesto, son imprescindibles y fundamentales, puesto que estamos plenamente inmersos en la era del conocimiento. Pero el 80% restante se las debemos a nuestras actitudes emocionales.

De nuevo tenemos un enorme potencial pero que afecta a las dos grandes dimensiones del ser humano:

  • Su componente individual (consigo mismo)
  • Su componente social (con los demás)

Y tenemos que trabajarlas en paralelo para lograr el adecuado equilibrio que todos necesitamos para conseguir nuestros retos, objetivos y resultados.

El talento es importante, pero lo más importante, es entender que uno mismo es el “fabricante” de su propio talento y, en efecto, para ello se necesita:

  • Actitud
  • Perseverancia
  • Esfuerzo y
  • Mucha inteligencia emocional

Ilusión:

Realmente cuidarse por dentro y por fuera proporciona sin duda beneficios muy importantes para nuestra salud mental y física, actual y futura y, por lo tanto, para generar la energía necesaria para la trasformación. Cuánta razón tiene Juvenal cuando al final del siglo I d.C. dijo: “Men sana in corpore sano”. Sin duda, el ser humano tiene muy en su mano muchas de las herramientas que contribuyen a su desarrollo personal y profesional. Lo que necesita es activar su motivación interna para ayudarle a esforzarse y conseguirlo. La práctica de los cuatro hábitos (alimentación, deporte, sueño y meditación) es la puerta de entrada hacia el mantenimiento de un estilo de vida saludable.  

Cuidarse por dentro y por fuera, sin duda, permitía tener más agilidad mental. Al mismo tiempo, pensaba que la ilusión que nace de uno mismo es muy importante para activar el proceso de transformación, siempre y cuando consigas convertirla en metas para que ésta no decaiga. 


Deseo:

Qué importante es el amor y el deseo en todo lo que uno hace. “el querer es la energía que todo lo mueve y la energía que permite que las personas se transformen” . Sólo desde nuestra emoción más profunda nace el querer (querer hacer, querer conseguir, querer cambiar, querer ayudar, querer mejorar…) y precisamente este querer, alimentado con el deseo, es el que nos impulsa a mejorar y modificar nuestros valores, creencias, pensamientos, sentimientos, expectativas, actitudes y comportamientos y, finalmente, nuestros resultados.  


Organización:

El estado normal de la mente es el caos. Sin nada que hacer, la mente empieza a seguir modelos aleatorios y se detiene, a menudo, en pensamientos dolorosos.

Sin nada que hacer, la mente es incapaz de impedir que los pensamientos negativos se coloquen en primer término. Si el estado normal de la mente es el caos, sin entrenamiento y sin objetivos, en un mundo externo que exige de mucha atención, los seres humanos son incapaces de enfocar sus pensamientos durante más de unos poco minutos a la vez. Los objetivos y el tener un plan para conseguirlos dotan a su realidad de un sentido y de un significado y, sólo definiéndolos con claridad, saben hacia dónde se dirigen. Es tener un propósito bien definido y que dota de sentido a su vida. Las personas más proactivas han aprendido a definir y visualizar con más claridad y exactitud qué es lo que quieren en cada una de las áreas de su vida. Son coherentes, ya que la forma de sentir, pensar y actuar está en armonía y los objetivos traen orden a la consciencia porque nos centramos en eso mientras el desorden interno provoca ansiedad y angustia existencial. Para lograr cualquier objetivo que nos planteemos necesitamos las 4 D’s:

  • Deseo (solo así activamos la palanca de la emoción, tan necesaria)
  • Decisión (si no tomamos la firme decisión a menudo abandonaremos nuestros propósitos en momentos de dificultad).
  • Determinación (en los momentos difíciles tenemos que seguir trabajando duro y no abandonarnos)
  • Disciplina (tenemos, como la abeja, que seguir un método y tener un orden que nos ayude en nuestro proceso).

Si quieres iniciar tu proceso de transformación tendrás que, en primer lugar, hacer un trabajo profundo de introspección. Algo que no estamos acostumbrados a hacer porque, además de difícil, en ocasiones nos incomoda tener un diálogo sincero y profundo con nosotros mismos, ya que nos puede llevar a descubrir ciertas cosas que no nos gustan. Pero, no obstante, este proceso es indispensable, no hay atajo posible, y para hacerlo alcanzable, más que centrarnos en nuestros frenos y en aquellas cosas de nosotros mismos que no nos gustan, sería mejor concentrar nuestras energías y poner el foco en aquellos elementos que constituyen nuestras fortalezas (¡que tenemos muchas!), en aquellas creencias que, en vez de limitarnos, nos posibilitan y nos motivan a pasar a la acción. Siempre es más fácil partir de lo positivo que de lo negativo. Para realizar este diálogo, cuanto mejor nos sintamos y más en forma estemos mejor. Por medio de mejorar nuestros hábitos de vida y hacerlos más saludables, pondremos nuestras hormonas y neurotransmisores positivos al servicio de nuestro trabajo. Así que vale la pena, desde hoy, empezar a cuidarse tanto por fuera como por dentro.

Este diálogo constructivo, realizado con la calma, la serenidad y la perspectiva necesaria, aceptándonos como somos y, sobre todo, apreciándonos y queriéndonos a nosotros mismos por lo que somos y lo que hemos hecho hasta la fecha, nos va a llevar, de una forma estructurada y desde la conciencia, a trazar nuestra “nueva hoja de ruta”, a marcarnos un plan al respecto de todas aquellas áreas de nuestra vida personal y profesional que deseamos cambiar o mejorar.

A partir de tener el análisis y el diagnóstico claro, de marcarnos el objetivo y el horizonte al que apuntar, y a través de un plan de acción construido lo más específicamente posible, retador pero también alcanzable, con etapas intermedias a las que llegar para seguir avanzando después, estoy convencido de que lograremos realizar este camino de la transformación personal, a lo largo del cual mejorar, sin duda, la gestión de tus emociones, la gestión de la relación tanto contigo mismo y con los demás y, por supuesto, aprender a utilizar mejor esta potente herramienta que todos tenemos que es la Comunicación.

El camino hacia la búsqueda del Sentido no es fácil, pero te aseguro que vale la pena…

 

* Extractos del libro “Alas de Mariposa: las claves de la transformación personal y profesional” de Nathalie Detry

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